La pérdida de un ser querido sumerge al doliente en un proceso de desgaste físico, psicológico y emocional. La tarea más simple puede parecer agotadora. Esto se expresará en un conjunto de respuestas que brindará el doliente en su camino de sanación. Cada individuo es único y personal como así será también su proceso de adaptación a esta pérdida. Sin embargo, encontramos en los dolientes respuestas físicas, emocionales y cognitivas comunes que a continuación compartiremos con ustedes. Recordemos que si somos capaces de entender cómo nos afecta este dolor, podremos tener mayores herramientas para enfrentarlo. 

 

 

MANIFESTACIONES FÍSICAS DEL DUELO

 

El duelo no es sólo un proceso emocional sino que el estrés propio de este dolor puede dar lugar a síntomas físicos.

 

Estas manifestaciones expresan los mecanismos que emplea el cuerpo para hacer frente a la pérdida y disminuirán a medida que trabajamos nuestro dolor. Sin embargo, si observas síntomas que resultan abrumadores no dudes en consultar con un médico. Los indicios que comúnmente pueden observarse durante el proceso de duelo son:

 

  • Falta de energía. El trabajo de duelo consume gran parte de nuestro tiempo por lo que requiere depositar en él una enorme cantidad de energía. Además puedes sentirte débil o cansado debido a la falta de sueño y al trauma de haber perdido a tu ser querido. Esta falta de energía se expresará en nerviosismo, fatiga, dolores de cabeza y musculares, en especial en espalda y cuello. Es muy importante comer y descansar para mantener la fuerza necesaria que este proceso requiere.

 

  • Expresión física de la ansiedad. Durante este proceso de duelo serán usuales síntomas tales como sequedad en la boca, dolores de cabeza, dolor en el pecho y dificultad para respirar. Se trata de síntomas físicos de la ansiedad y del desgaste emocional producidos por el dolor de la pérdida. Es necesario requerir de ayuda profesional cuando las molestias en el pecho muestran gravedad.

 

  • Trastornos del sueño. Esto puede expresarse ya sea por dormir demasiado, tener pesadillas o por padecer  de insomnio. Los pensamientos sobre tu ser querido pueden mantenerte despierto largas horas mientras que los pensamientos abrumadores pueden surgir en medio de la noche despertándote. No es recomendable tomar diariamente pastillas para dormir ya que no será saludable para aliviar su dolor. Es un proceso que se requiere atravesar con paciencia por lo que el uso abusivo de estos medicamentos puede hacerte ingresar en una situación en donde se busca eludir el dolor mediante el consumo de pastillas.

 

  • Problemas digestivos. Se expresa en dolores de estómago, estreñimiento, diarrea, falta de apetito o bien comer en exceso. Durante el proceso de duelo estos problemas hacen que tengamos una pérdida o aumento excesivo de peso. Con el tiempo estos trastornos digestivos se estabilizarán. Sin embargo, mientras esto sucede es importante ingerir alimentos, aún cuando sintamos que no tenemos hambre ya que es una fuente de energía imprescindible para conservar las fuerzas que tanto requiere este trabajo.

 

MANIFESTACIONES EMOCIONALES DEL DUELO

 

El proceso de duelo sumerge al doliente en un conjunto de sentimientos y emociones al punto de sentir que están volviéndose locos.

 

Piensan que son los únicos que se sienten de esta manera y que, por lo tanto, sus sentimientos en este período son equivocados. Sin embargo, la comprensión de las emociones que surgen en este proceso nos permitirá observar no sólo que esta locura no es tal sino también reconocer estas emociones y dar un primer paso hacia el camino de sanación. La muerte de un ser querido deja huellas emocionales profundas en sus familiares por lo que es primordial que las experimentemos sabiendo que están en constante cambio. A continuación te informaremos sobre las manifestaciones emocionales del proceso de duelo:

 

  • Entumecimiento. Un mecanismo de defensa normal de nuestra mente para protegerse de esta noticia devastadora es no creer que la tragedia se haya producido. Esta debilidad nos asusta y nos deja perplejos por lo que al principio puede parecer útil separarse de este dolor. Sin embargo, esta incredulidad no puede prolongarse durante un largo período de tiempo sino que se requiere atravesar por él para encontrar su resolución. Levantarse, vestirse, comer y dormir son actividades sencillas pero que durante los primeros meses se volverán en un gran desafío para el doliente que siente que ha perdido todas sus fuerzas luego de la muerte de su familiar.

 

  • Enojo. Este es una de las emociones más frecuentes en los dolientes ya que sentirán ira hacia la injusta muerte de su ser querido. Este enojo puede estar dirigido hacia él mismo u otros familiares por no haber hecho lo suficiente para evitar esta pérdida, contra el ser querido fallecido que lo ha sumergido en esta situación o hacia Dios por permitir que esto le sucediera. Es importante expresar esta ira mediante la escritura, conversaciones con amigos, el arte, etc.

 

  • Ansiedad y frustración. Durante este proceso, el doliente puede sentirse impotente ante la inevitable realidad. Teme no ser capaz de cuidar de sí mismo y posee una mayor conciencia de su propia muerte. Esto puede ser particularmente evidente en aquellas personas que son generalmente independientes ya que además de esta ansiedad surgirán sentimientos de vergüenza por el repentino cambio de su contexto. La ansiedad puede ser leve o bien originar ataques de pánico. Por esto mismo puede mostrarse irritante frente a los demás ya que siente que se quejan sólo de cosas frívolas de la vida.

 

  • Culpa. Es frecuente experimentar culpa o remordimiento durante el proceso de duelo. Los dolientes comienzan a preguntarse “¿Qué hubiera sucedido si…?” pensando hipótesis de lo que ellos podrían haber hecho para evitar esta situación. Este sentimiento es aún más fuerte cuando la muerte se produce de manera repentina e inesperada por lo que no hubo tiempo para despedirse del ser querido y resolver los asuntos pendientes entre ambos, las cosas que no se dijeron o los sueños no realizados. Por otro lado, es frecuente sentir la “culpa del sobreviviente”, es decir, sentirse culpable por estar él vivo en vez de su ser querido. En este sentido, es frecuente preguntarse ¿Por qué yo aún estoy vivo y él no?

 

  • Tristeza y anhelo por el tiempo compartido. Durante este proceso de duelo es usual sentir una tristeza abrumadora ya que se pierde la cercanía física con la persona fallecida. El doliente sentirá que ya no soporta tanto dolor en su cuerpo mientras los recuerdos compartidos con el ser querido surgen una y otra vez. El dolor producido por la pérdida aparecerá y desaparecerá varias veces durante el día. Puedes estar haciendo una actividad agradable cuando de repente la tristeza y los recuerdos llegan a tu mente. Es frecuente durante los primeros tres a seis meses debido a los tiempo cercanos en los que aún se compartían momentos con este ser querido.

 

MANIFESTACIONES COGNITIVAS DEL DUELO

 

El duelo es un proceso que afecta a las personas en todos los aspectos de su vida por lo que, junto a las manifestaciones físicas y emocionales, podemos observar cómo los pensamientos del doliente van cambiando.

 

Estas expresiones cognitivas pueden perjudicar el rendimiento en el trabajo e inclusive en algunos casos puede prolongarse en el tiempo convirtiéndose en ansiedad o depresión. Por eso es importante evitar tomar decisiones importantes al menos hasta un año después de la pérdida ya que nuestra mente se encuentra agobiada con la tarea de resolución del duelo. A continuación te informaremos sobre los síntomas cognitivos del duelo:

 

  • Confusión y desorientación ante una nueva realidad. Esto suele producirse con mayor profundidad durante las primeras semanas luego de la pérdida del ser querido. El doliente no puede ordenar sus pensamientos o suele confundirse con facilidad. Se ve al mundo como irreal. Se trata de una disociación con el mundo que lo rodea. Cuando se pierde a un ser querido, la persona encuentra al mundo como un espacio surrealista al que no comprende y donde el tiempo desaparece. Los días se cuentan a partir de la muerte de este ser querido: una semana luego de su muerte, un mes luego de su muerte, etc.

 

  • Alucinaciones. Es usual que durante los primeros meses, el doliente siente la presencia de la persona que murió en la casa. Puede escuchar su voz, verlo por la calle u oler su perfume bajo la creencia de que envía señales para comunicarse con él. Muchas personas también sueñan recurrentemente con la persona fallecida. Se trata de un mecanismo de defensa frente a esta abrumadora pérdida en la que la persona afligida cree que el ser querido está todavía con él.

 

  • Olvido del cumplimiento de obligaciones. El duelo es un proceso que nos agota mentalmente por lo que es usual olvidarse aspectos de su actividad cotidiana. La mente vaga de un pensamiento a otro buscando causas y explicaciones para la secuencia de acontecimientos que sucedieron durante esta enfermedad o muerte inesperada. Estos pensamientos nos distraen fácilmente abstrayéndonos de nuestra rutina diaria.

 

  • Problemas de concentración. La falta de motivación y atención lleva a que el doliente no pueda concentrarse para hacer sus actividades diarias. Después de experimentar una muerte sentimos que perdemos nuestras habilidades. Las tareas que antes hacíamos con facilidad ahora se vuelven en un gran desafío. Es en estos momentos en donde requerimos de la ayuda de nuestra familia ya que debemos impedir sobrecargarnos de obligaciones y estar abiertos a que otras personas colaboren con nosotros haciendo más liviana nuestra tarea. Progresivamente podrás recuperar la responsabilidad sobre estas actividades.

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